C.S. Lewis fue uno de los eruditos británicos más respetados en la época posterior a las dos guerras mundiales. Es muy conocido entre los cristianos europeos que él enfocaba su literatura hacia su fe en Dios. También, es claro que en Las Crónicas de Narnia tiene muchos elementos que recuerdan al Evangelio. Actualmente esta es, entre todas sus obras, la que más repercusión social está teniendo.

Las crónicas de Narnia

Las obras de ficción de C.S. Lewis salen del contexto de un grupo de escritores, algunos de ellos eran cristianos, que se reunían semanalmente. El objetivo de sus reuniones consistía en charlar y escribir sobre literatura medieval.

También así, el mundo de Narnia se destaca por un acento moral. Esto se debe a que, es un universo que no se puede desligar de la lucha entre el bien y el mal. En este mundo los valores importan, y las realidades trascendentes son las que al final tienen la última palabra.

En “El príncipe Caspian” es destacable que en esta lucha la presencia de Aslan (el león que representa el bien) no es constante. Mientras que, en “El león, la bruja y el armario” se había dado la gran redención por parte del bien. Por otro lado, en este segundo libro se habla del mundo posterior en el que Aslan deja de verse con regularidad.

La fe

Por otra parte, el libro se acerca mucho a la descripción del conflicto de la fe: que es el ver, el no ver. Como entendemos que Dios puede estar en ese mundo, su presencia a veces es elusiva. Pero al final de la historia, como Lewis describe siempre, Él estaba detrás de todas las cosas. En otras palabras, el problema estaba en nuestra dificultad para verlo.

En ” El príncipe Caspian”, Lucy es la más joven de los 4 hermanos protagonistas. Lo interesante es que mientras Lucy puede verle, mucha otra gente no le ve. Lewis quiere comunicar cómo un mundo puede vivir de espaldas a Dios. Asimismo, cómo Dios puede parecer ausente, según Segovia. Pero, pese a que en las obras de Narnia pueden encontrarse numerosos símiles que apuntan a una fe cristiana, el autor no intenta contar el evangelio con Narnia. Es decir, por ejemplo, la figura de Aslan no pretendía, en un principio, representar claramente a Cristo. A diferencia de lo que muchos creen, no era su intención hacer una alegoría sobre la fe con personajes simbólicos.

Narnia es como un gran símil, en el que no hay que caer en el error de tomar cada detalle como si tuviera un significado concreto. Lewis simplemente quiere plantear una suposición: ¿Qué pasaría si en un momento dado, el creador del mundo decidiera entrar en acción y recuperar un territorio que se ha alejado de Él y de sus valores?

C. S. Lewis y J. R. R. Tolkien

Recientemente tuvo lugar una conferencia sobre literatura fantástica en la Universitat Politécnica de Catalunya en Terrassa. Allí, José de Segovia profundizó sobre la fe de C. S. Lewis. Incluso, hizo una relación con la fe de su buen amigo J. R. R. Tolkien. Puso el énfasis en la profunda relación que durante muchos años unió a los dos escritores. Ambos vertían en sus novelas todo su mundo interior. Consciente o inconscientemente, C.S. Lewis refleja su vida y fe en todo lo que hace como escritor. Inclusive en la ficción.

Segovia también explicaba cómo el antes ateo Lewis había cambiado su cosmovisión. Esto sucedió luego de haber debatido con Tolkien en varias oportunidades. Sus comentarios eran reservados, pero tenía un pensamiento radical al respecto. Básicamente, Lewis, en un principio, proponía que Jesús era un mito en un mundo lleno de otros mitos similares. En cambio, Tolkien le dio la vuelta al argumento. Propuso: no podría ser que las relaciones entre los muchos mitos no demuestran la falsedad de ello, sino que apuntan realmente a una verdad última escondida detrás de todas las cosas.

A partir de aquí, Lewis hizo dos pasos diferenciados. El primero, fue el de creer que Dios existe. Y un tiempo después, la aceptación de Jesús como su salvador, después de plantearse que Jesús era o bien un loco, un mentiroso o Dios mismo. El descartar por imposibles las dos primeras opciones le llevó a creer en Jesús.

La Trilogía Cósmica

En el primer libro, un malvado científico llamado Weston rapta al insigne doctor Ransom y lo envía contra su voluntad hacia el planeta rojo de Malacandra. Allí le aguarda un desafortunado destino: convertirse en la víctima de un sacrificio. Sin embargo, una vez en Malacandra, Ransom consigue zafarse de sus captores. Descubre que se encuentra en Marte, un mundo poblado por seres inocentes. Estos a su vez viven en armonía con el resto de mundos del Campo del Árbol (el sistema solar). Además, son amparados por la benéfica influencia de Maleldil. Nunca conocieron la maldad del oyarsa rebelde que mora en Thulcandra, la Tierra. Es decir, el planeta silencioso y aislado que no habla el idioma del Árbol.

Cuando me sumergí en este libro, sólo sabía que era ciencia ficción, sin saber las sorpresas que me llevaría. Les puedo contar que el autor utiliza a su favor las alegorías cristianas en aquellos personajes. Asimismo, sus diálogos dejan una marca. Es decir, una huella, tanto hacia el lector así como al protagonista de esta aventura.

La originalidad de C. S. Lewis es esencial

  1. S. Lewis resulta original a la hora de utilizar otros nombres para mencionar a los planetas. De igual modo, mantiene su esencia, así como el género literario y experimental en su justa medida. Generalmente la religión suele estar en segundo plano, aunque acá es una excepción. Deja en claro que, más allá de la exploración que realiza Ransom, si nos aferramos a nuestra fe, podemos seguir adelante con nuestras vidas.

Venus

En el segundo libro, el autor narra el viaje de Ransom hasta Perelandra (Venus). Allí, Ransom cumplía con una orden de los eldila, aunque no tiene claro cuál es el objetivo de su visita. Al arribar al planeta vecino, Ransom descubrirá que éste es un mundo más joven que la Tierra. En dicho planeta, la raza de seres que lo habita, similar a la humana, está apenas naciendo.

Por otra parte, el autor describe a Venus como un lugar completamente natural. Allí la vida aparece a los pasos del humano. Esto me hizo recordar a Aslan en El Sobrino del Mago y la creación de Narnia a medida que entonaba una canción. Cabe destacar que esta trilogía fue escrita antes de Las Crónicas de Narnia. Aún así, esta novela resulta ser una exploración más profunda e interesante. En ella, el cielo oculta un secreto y un personaje clave pondrá a nuestro doctor en constante lucha. Todo esto lo llevará a cuestionar su fe mientras trata de comprender el motivo de su misión.

Una aventura emocionante

La aventura continúa en medio de una tierra virgen de violencia, objetos sin nombres, un idioma y una lección que aprender. Podrá incorporarla en su vida, a pesar de los tropiezos.

En su última aventura, a pesar de no salir de Thulcandra, la Tierra, el doctor Ransom se encuentra inmerso en un mundo de seres superiores. Estos viven una frenética carrera científica. En este agresivo contexto dominado por la ciencia, Ransom se debate con cuestiones éticas y morales apelando a la sabiduría ancestral. Su búsqueda de la verdad es un apasionante viaje lleno de intriga y suspenso.

El autor plantea una lucha en la Tierra, que empieza por la venta de unos terrenos. Este contexto resulta vagamente después de la segunda guerra mundial. El objetivo es que luego la trama se torne oscura, hasta macabra. Así, los cabos que veíamos en las primeras páginas cobran sentido a medida que avanzamos con la lectura.

Dos puntos de vista narran la historia

Esta historia está contada desde dos puntos de vista. Es decir, a través de los personajes nuevos y antiguos. En cambio, los dos libros anteriores seguían una sola línea narrativa. Una historia que tranquilamente la podemos situar en el presente, debido a las cuestiones que se plantean. Las generaciones debaten sobre temas actuales en medio de intertextualidades y menciones literarias. Obviamente, sin perder la esencia religiosa cristiana que caracteriza a C. S. Lewis.

En fin, ha quedado claro que la capacidad de este autor para expresar su mensaje, no se limita por un recurso o género literario. La versatilidad y originalidad es algo a lo que siempre se debe apuntar. Es por eso que su literatura es considerada como básica e inclusive fundamental para otros escritores, porque no sólo es fascinante, sino que inspira.

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