Lo que los pastores nos enseñaron sobre aceptar la invitación
La historia de la Navidad está llena de maravillas y asombro. Conocemos a los tres reyes que siguieron una estrella hasta Belén, buscando a Jesús, el Rey de Reyes recién nacido. Pero, ¿por qué no oímos hablar más de los pastores? Porque mientras los reyes buscaban en Jerusalén, los pastores -gente humilde- recibieron una llamada de Dios mismo. Aceptaron su invitación de ir a conocer a Jesús, y luego salieron y compartieron su historia con otros. Profundicemos en lo que hace que estos humildes pastores sean tan inspiradores para nosotros hoy.
Su llamado
La Biblia nos dice que «De repente, un ángel del Señor se apareció en medio de ellos, y el resplandor de la gloria del Señor los rodeó» (Lucas 2:9). Debió de ser un espectáculo sorprendente, pero en lugar de huir asustados, se quedaron y escucharon cuando «el ángel les dijo [a los pastores]: ‘No tengáis miedo, porque he aquí que os traigo una buena noticia de gran alegría que será para todo el pueblo'» (Lucas 2:10). La buena noticia era que Jesús había nacido en Belén Los pastores fueron invitados a ir a buscarlo: era la invitación de Dios para ellos. Y aunque no sabemos mucho más sobre estos hombres sin nombre, ¡sabemos que la aceptaron! Aceptaron la llamada de Dios a pesar de sus circunstancias o su estatus social
Dejando todo atrás
La Biblia continúa diciendo que «vinieron deprisa… y encontraron a María y a José» (Lucas 2:16). Así que, después de recibir una invitación tan increíble de Dios mismo, estos humildes hombres no dudaron; lo dejaron todo, pusieron toda su confianza en lo que escucharon de Él y salieron en busca del Niño Jesús. Nosotros también podemos aprender de ellos: cuando Dios nos llame a algo nuevo o especial, no dudemos de Él ni de nuestras capacidades; ¡salgamos con valentía!
Repartiendo alegría
¿Y una vez que encontraron al Niño Jesús? Bueno, entonces hicieron algo hermoso: ¡difundieron su mensaje a lo largo y ancho! En cuanto lo vieron con sus propios ojos, «los pastores volvieron… glorificando y alabando a Dios» (Lucas 2:20). Esto es lo que ocurre cuando aceptamos las invitaciones de Dios; ¡nos convertimos en portadores de su Buena Noticia! En lugar de guardarlo todo en nuestro interior, se nos anima a compartirlo con los que nos rodean. Podemos ser como esos humildes pastores que mostraron a todos los que les rodeaban lo especial que era Jesús.
Nunca debemos subestimar nuestra capacidad de influir en los que nos rodean con sólo aceptar una invitación de Dios. La historia de estos humildes pastores da a las jóvenes la esperanza de que, si nos mantenemos cerca de Él, nos usará para cosas poderosas aunque a veces nos sintamos pequeñas o insignificantes. Cuando Él te llame, cuando te invite, ten valor y responde a su llamada como hicieron aquellos sabios pastores hace tantos años. Al hacerlo, seguramente dejarás tu huella en este mundo difundiendo Su amor a través de tus palabras y acciones.
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