Ser madre no consiste únicamente en cambiar pañales, cocinarle a tus hijos y lavar los platos durante el resto de tu vida. Si bien, tal vez estas sean tareas que suelas hacer, carecen de gran importancia. Tu papel más esencial a los ojos del Señor, consiste en brindarle amor a tu familia.

Aunque, lamentablemente muchas veces nos desanimamos. Y es ahí cuando Dios desea enseñarte que Él te fortalece. Sin importar por qué circunstancias estés pasando, El Espíritu de Dios que vive en ti estará a tu lado para brindarte su consuelo.

En este mes de las madres, con el fin de recordarte lo valiosa que eres, deseo bendecir tu vida. Te contaré sobre algunas situaciones comunes que experimentamos como madres y cómo puedes salir adelante con la ayuda de nuestro Señor.

Cuando nuestra fuente está vacía

Al ser madre, en muchos momentos puedes llegar a sentirte agotada de dar y dar, sin sentir que lo que das regresa. De hecho, la Palabra de Dios nos enseña el ejemplo de una mujer que se sintió exactamente igual.

Dichosamente, El Señor llenó el vacío que había en ella para que pudiese volver a dar nuevamente. La historia se encuentra en 1° Reyes 17. A su vez, comienza con el profeta Elías, quien había sido enviado por el Señor a la morada de una noble viuda que lo alimentaría.

Para sorpresa de Elías, al llegar se topó con una mujer que casi no tenía nada para comer. Cuando el profeta le pidió un pedazo de pan, ella respondió:

“…no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.”

1 Reyes 17:12.

Sin lugar a dudas, la pobre mujer estaba muy afligida y vacía. Pero, a pesar de todo esto, Elías tenía un mensaje de esperanza:

“Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.”

1 Reyes 17:13-14

Después de oír la palabra del profeta, ella fue a su casa y obedeció.

Dar para recibir

“Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.

1 Reyes 17:15-16

Ser madre es una bendición del Señor, y este ejemplo nos enseña cómo Dios le devuelve a esta humilde mujer la esperanza y el aliento llenando su vacío. Del mismo modo en que sucedió con la viuda, sin importar cuán vacía te sientas, tú puedes bendecir a otra persona. Después de hacerlo verás cómo tu Padre Celestial te llena nuevamente.

Cuando nuestra fuente está amarga

Ser madre a veces implica pasar por muchas decepciones que pueden hacer que te sientas sin ánimos de nada. Ahora bien, la Palabra de Dios nos enseña distintos puntos que como madres no tenemos que olvidar.

Dios tiene un propósito

Hay momentos en los que esa amargura quiere invadirnos, y es ahí donde tenemos que afianzarnos a los propósitos de Dios. Como Sus hijas tenemos que recordar que Él tiene un plan mucho más grande de lo que podemos ver en este momento.

“Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan.”

Romanos 8:28

El Espíritu Santo es tu consolador

Quizás piensas que ya no puedes más. Haces todo lo que está en tus manos, y aún así no logras ver los resultados esperados. Frente a esto, Jesús nos dice:

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.”

Juan 14:16

El Espíritu de Dios te acompaña siempre, te recuerda cuánto te ama tu Padre Celestial, y te ayuda a tomar las mejores decisiones. A pesar de las circunstancias que puedas estar viviendo, no te olvides que Él está contigo. ¡Todo está bajo su control! Por lo tanto, hoy puedes comenzar a descansar en Él.

Cuando nuestra fuente es insuficiente

Muchas veces sentimos que lo que podemos ofrecer a nuestros hijos no alcanza y es insuficiente. Sin embargo, así como sucedió con la viuda, dar a pesar de sentir que tenemos poco, libera la provisión de Dios.

Por otra parte, en ocasiones como madre puedes sentir que no eres lo suficientemente capaz para criar a tus hijos. Deseas ser mejor, aunque desconoces de qué manera podrías lograrlo. Frente a esto, debes recordar que es normal querer mejorar como madre. Pero indudablemente culparte a ti misma no te ayudaría. Mucho menos sería útil para tus hijos.

Si bien nosotras como madres podemos tener nuestras limitaciones, Dios es una fuente inagotable. Como madres tenemos que entender el lugar que nos toca y saber dejar en las manos del Señor lo que está fuera de nuestro alcance.

Recuerda que ser madre es un regalo del Señor. ¡Dios te dió un don hermoso! Sigue manteniendo tus ojos en Jesús, brindando amor, siendo luz y velando en oración por tus hijos. El Señor hará el resto y derramará su bendición en tu vida.

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